La ansiedad es una emoción normal en las personas que surge como respuesta a situaciones de amenaza o peligro. Sin embargo, cuando se intensifica, puede derivar en lo que se conoce como trastorno de ansiedad generalizada, el cual se caracteriza por una preocupación excesiva, nerviosismo y una anticipación intensa del futuro. Sin un adecuado tratamiento, la ansiedad llega a permear diferentes aspectos de la vida cotidiana de las personas, ya que no solo se manifiesta en el fuero mental, sino también en el físico. Como consecuencia, puede causar limitaciones en diversos ámbitos, como el académico, laboral y familiar.
Por su parte, las causas de la ansiedad son diversas. Entre las más comunes, se encuentran la acumulación de estrés laboral, consumo de sustancias, aspectos de la personalidad, padecimiento de enfermedades, entre otros. Estas emociones, sumadas al estado de alerta, impactan en el cuerpo de diferentes modos más allá de la somatización de algunas sensaciones. Precisamente, en lo que respecta a la diabetes, quienes experimentan ansiedad pueden experimentar una subida en los niveles de azúcar en la sangre; además, hay la posibilidad de que el tratamiento se vea afectado. Pero ¿cómo se manifiesta la relación entre ansiedad y diabetes?
La ansiedad se presenta mediante una serie de síntomas y signos que pueden clasificarse en dos categorías: físicos y psicológicos.
Por un lado, en el ámbito físico, la ansiedad puede manifestar a través de tensión muscular, alteraciones en el sueño, dolores de cabeza, aumento del ritmo cardíaco, sudoración, temblores, sensación de fatiga, hiperventilación, entre otros.
Por otro lado, en el ámbito psicológico, la ansiedad se manifiesta mediante sensaciones profundas de nerviosismo; sensación de peligro o pánico; problemas de concentración; dificultad para controlar pensamientos y preocupaciones; y actitudes de evitación, sobre todo de circunstancias o elementos que son disparadores de la ansiedad.
Estas manifestaciones pueden agravarse en las personas que padecen enfermedades que requieren medicación, tratamiento y seguimiento médico continuo. Es más, dentro de las causas de la ansiedad, se mencionan las preocupaciones sobre la salud: efectividad del tratamiento, efectos adversos, aceleración de la enfermedad y problemas de salud en general. Es bien sabido que la relación entre salud mental y salud física debe ser positiva, sobre todo cuando esta última se encuentra afectada.
La interacción entre la ansiedad y la diabetes se teje a través de una red compleja de factores biológicos y psicológicos que afectan tanto la salud mental como la física. La diabetes –una condición crónica que implica la gestión rigurosa de los niveles de glucosa en la sangre– puede ser una fuente significativa de estrés; es decir, es un factor que considerar en el desarrollo de ansiedad en algunas personas con diabetes.
La ansiedad, por otro lado, puede influir negativamente en la gestión de la diabetes. La liberación de hormonas del estrés, como el cortisol, puede elevar los niveles de azúcar en la sangre, lo que influye aún más el control de la diabetes. Además, la ansiedad puede afectar el comportamiento y el estilo de vida, sobre todo en lo que respecta a decisiones poco saludables relacionadas con la dieta y la actividad física, que son cruciales para las personas con diabetes. Es necesario mencionar que la ansiedad puede afectar a quienes viven con diabetes tipo 1 y 2.
La relación bidireccional entre ansiedad y diabetes subraya la necesidad de un enfoque integrado en el tratamiento, que aborde tanto la salud mental como la física, para mejorar la calidad de vida de los individuos afectados.
La psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser efectiva en el manejo de la ansiedad en personas con diabetes, puesto que ayuda a los individuos a desarrollar habilidades para gestionar el estrés y mejorar el complimiento del tratamiento de la diabetes mellitus, lo que es fundamental para prevenir complicaciones relacionadas con la salud a largo plazo.
El apoyo familiar se asocia no solo al sentimiento de compañía y soporte emocional sino también al seguimiento más riguroso del tratamiento de la diabetes. La familia puede facilitar un entorno que promueva hábitos saludables y acompañamiento constante sea cual fuere la circunstancia, lo que es esencial para lidiar con el estrés cotidiano relacionado con la diabetes.
La actividad física regular –cada paciente con diabetes debe consultar con su médico cuánto tiempo e intensidad aplicar en el ejercicio–, como caminar o trotar, puede no solo mejorar la sensibilidad a la insulina, sino también reducir los niveles de ansiedad.
El sueño es un factor, a menudo subestimado, que tiene un impacto directo en la salud física y mental de las personas que padecen diabetes. La falta de suelo no solo puede afectar en los niveles de glucosa, sino también en la atención, la memoria, la concentración y el manejo efectivo de las emociones. Un cuerpo sin un adecuado descanso es más propenso a desarrollar enfermedades y comorbilidades asociadas a la diabetes.
La práctica de mindfulness ha demostrado ser efectiva en el manejo del estrés y la ansiedad. Al conectar con el presente, las personas pueden comprender que, aunque haya complicaciones y retos asociados al tratamiento, la mejor manera de llevar la diabetes es integrarla en la vida cotidiana de la mejor manera posible. Aunque sea motivo de preocupación, es posible conectar con más momentos y experiencias del día a día.
Una dieta saludable, rica en frutas, verduras y granos enteros, y baja en azúcares añadidos y grasas saturadas, es fundamental para el control glucémico y puede influir positivamente en el estado de ánimo y los niveles de ansiedad. Asimismo, se recomienda evitar el consumo de energizantes u otras bebidas con cafeína, ya que esta puede incrementar los niveles de ansiedad. Los médicos y nutricionistas pueden recomendar una dieta efectiva para la diabetes tipo 2.
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