La dermatología se dedica al estudio y tratamiento de enfermedades y afecciones de la piel. Este texto, precisamente, se centra en abordar en las patologías dermatológicas más comunes para proporcionar una visión detallada de sus características, causas, síntomas y opciones de tratamiento.
Es una rama especializada de la medicina dedicada al estudio, diagnóstico, prevención y tratamiento de afecciones y enfermedades que afectan a la piel, el órgano más extenso del cuerpo humano. Además, la dermatología cumple una función fundamental en la prevención de enfermedades a través del cuidado de la piel. Entonces, su importancia radica en que propone conocimientos y procedimientos adecuados para mantener saludable al órgano que permite, entre otras funciones, proteger al organismo.
Los dermatólogos son médicos especializados en el cuidado de la piel. Para ejercer y brindar tratamientos, deben haber superado estudios universitarios de medicina y una formación especializada en dermatología, lo que les permite adquirir conocimientos avanzados de esta área. En tanto profesionales cualificados, pueden tratar afecciones dermatológicas asociadas con problemas cutáneos, pigmentación, envejecimiento y, por supuesto, enfermedades complejas que requieren intervenciones médicas.
Los dermatólogos, asimismo, pueden optar por diferentes especialidades, como la cirugía dermatológica, lo que les permite trabajar y enfocarse en áreas específicas y ofrecer así tratamientos personalizados y efectivos. Trabajan, por lo tanto, en hospitales y clínicas en las que no solo ejecutan procedimientos y acompañan tratamientos, sino también contribuyen con la prevención de enfermedades. Resaltando la importancia del cuidado de la piel, brindan consejos sobre el uso de protectores solares y otros métodos de prevención.
Más conocida como eczema, esta enfermedad de la piel se caracteriza por ser crónica e inflamatoria y es muy común en niños. Aparece a través de erupciones pruriginosas, descamación y enrojecimiento en zonas como los codos, rodillas, manos y rostro. Aunque existen muchas investigaciones al respecto, la causa exacta es desconocida, pero esta se asocia con factores inmunológicos, genéticos e, incluso, ambientales. Con respecto al tratamiento, se recurre a cremas hidratantes, corticosteroides y, cuando es necesario abordar casos más graves, medicamentos inmunosupresores.
Es quizá la afección dermatológica más común, sobre todo, en adolescentes y en adultos jóvenes. Su aparición se debe a la obstrucción e inflamación de los folículos pilosos y las glándulas sebáceas; como resultado, se generan espinillas, pápulas, pústulas, entre otros. Ahora bien, con respecto a qué lo causa, se detallan los factores que su incidencia: cambios hormonales, ambientales, alimentarios, genéticos, entre otros. Al ser una muy común, el acné cuenta con muchos tratamientos que van desde la limpieza hasta la administración de pastillas y tratamientos específicos.
Aunque no tan común pero sí muy reconocible, el vitíligo es una enfermedad cutánea que se caracteriza por la pérdida de pigmentación de la piel. Esto deriva en la formación de manchas blancas de diferentes tamaños y formas en todo el cuerpo. En cuanto a su causa, se debe a la destrucción de los melanocitos, los cuales son células que permiten la producción de melanina, es decir, el pigmento que le da color a la piel. Con respecto a su origen, este podría deberse a factores autoinmunitarios y genéticos. No es contagioso y no presenta síntomas de otro tipo que no sea la despigmentación, pero puede tener un impacto en la calidad de vida de las personas, sobre todo, en lo que concierne a la autoestima. Los tratamientos buscan restaurar el color de piel a través de diferentes procedimientos, en los que se usan cremas tópicas o intervenciones con fototerapia.
Es una enfermedad crónica y autoinmune que afecta a muchas personas alrededor del mundo. Visualmente, es reconocible porque enrojece la piel, la inflama y genera escamas en ella, las cuales pueden llegar a tener gran tamaño. Es el resultado de la regeneración acelerada de las células de la piel, lo que deriva en una acumulación excesiva de células muertas. Se manifiesta en cualquier parte del cuerpo, pero suele aparece con mayor frecuencia en el cuero cabelludo, la espalda baja, codos, brazos, entre otros. No es contagiosa, pero puede haber tendencia hereditaria a desarrollarla. Ahora bien, el tratamiento consiste en controlar y prevenir los brotes, por lo que se utilizan cremas, medicamentes y fototerapia.
Es una reacción inflamatoria de la piel que aparece cuando se establece contacto con alérgenos y sustancias irritantes. Tiene dos clasificaciones: la primera tiene que ver con la irritación y la segunda, con la alergia. Mientras que el primero tienen que ver con la exposición sustancias químicas (por ejemplo, detergentes), la segunda está vinculada con la respuesta inmunológica a sustancias que provocan reacciones alérgicas, como el látex. Los síntomas son el enrojecimiento, picazón y ampollas. Como tratamiento, pueden utilizarse cremas y antihistamínicos.
El herpes simple tipo 2 (VHS-1) es una infección viral que afecta principalmente los labios y la boca. Suele propagarse a través del contacto directo con las lesiones; por ejemplo, un beso o compartir objetos personales, como cepillos de dientes, pueden son una vía de contagio. En cuanto a su manifestación, aparecen en forma de herpes labial o ampollas febriles, pequeñas y dolorosas. Se trata de una enfermedad crónica y el virus permanece en el cuerpo de por vida. El tratamiento varía según la gravedad y se recurre a cremas tópicas, antivirales y analgésicos.
La piel, al ser un órgano, también es susceptible al cáncer, y este se divide en dos categorías para este caso particular: melanoma y cáncer no asociados al melanoma. El primero es menos común, pero se caracteriza por su agresividad. Aparece como lunares o manchas anormales en la piel, es decir, en cualquier parte del cuerpo. Por su parte, el otro tipo de cáncer incluye a los carcinomas basocelular y espinocelular que se desarrollan en las células de la epidermis. El principal factor de riesgo es la sobreexposición a la radiación ultravioleta del rol. En ambos casos, los tratamientos incluyen cirugías, radioterapia, quimioterapia, entre otros.
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