Los juegos siempre han sido valorados en la educación por su capacidad para estimular la creatividad y energía de los niños. Su diversidad, dinámicas y reglas los hacen atractivos no solo para el entretenimiento, sino también para el aprendizaje en los primeros años de vida. Durante la infancia, los niños deben desarrollar una serie de habilidades y competencias físicas, cognitivas y socioemocionales. Precisamente, la relación entre juegos y psicomotricidad es importantísima, porque gracias a ellos es posible fomentar el desarrollo integral. En lo que sigue, se abordan los aspectos más relevantes de los juegos y psicomotricidad.
La psicomotricidad es un concepto que engloba aspectos propios del desarrollo psicológico y motriz de los niños. En este sentido, la relación entre la psicología y la motricidad es fundamental para comprender y fomentar el desarrollo cognitivo, emocional y social desde muy temprana edad.
Esto es así porque el movimiento y la actividad física permiten la interacción de los niños con su entorno, el cual está compuesto por objetos, espacios, personas y estímulos de diversa índole.
Ahora bien, la psicomotricidad se divide en dos categorías principales:
psicomotricidad fina, que alude a los movimientos precisos y controlados
psicomotricidad gruesa, que alude a los movimientos amplios y generales que implican grandes grupos musculares.
Debido a la relevancia de estos tipos de psicomotricidad, los profesores integran juegos en la enseñanza para que los niños puedan adquirir destrezas y habilidades adecuadas para su edad.
La psicomotricidad contribuye al desarrollo integral del niño en varios ámbitos:
Como primer punto, la psicomotricidad cumple un rol fundamental en el desarrollo motor en tanto ayudar a los niños a adquirir habilidades físicas propias de la motricidad fina y gruesa, como correr, saltar, lanzar objetos, entre otros. Esto contribuye con el desarrollo de la coordinación, el equilibro y, desde luego, la memoria muscular. Como puede intuirse, aquí los juegos son herramientas imprescindibles, puesto que implican, según el tipo y estilo, diversos movimientos, ya sean coordinados o precisos, como lanzar un balón de básquetbol.
Las actividades pensadas para el desarrollo de la psicomotricidad, por su parte, también son importantes para comprender conceptos abstractos, establecer relaciones entre objetos, comprender categorías, entre otros. Aunque los juegos puedan ser muy útiles para comprender direcciones, poseer sentido del espacio y desenvolverse en él, también permiten desarrollar la creatividad. Las manualidades, los bailes, las adivinanzas y demás actividades estimulan el interés por la investigación y aproximan a los niños a la indagación de los objetos. Los juegos de psicomotricidad explotan al máximo la curiosidad innata de los niños.
La relación entre los juegos y psicomotricidad permite, asimismo, el desarrollo socioemocional de los niños. A través de las actividades propuestas por los docentes, los niños pueden dialogar, interactuar y trabajar colaborativamente para lograr resultados, lo que implica, en el campo lingüístico, la utilización de léxico específico y el aprendizaje de vocabulario, como nombres de animales, objetos, acciones, entre otros. Al contar con herramientas y habilidades para la comunicación, los niños pueden establecer relaciones sociales significativas con su grupo de pares.
Los juegos de psicomotricidad infantil son importantes porque contribuyen con el desarrollo del sistema nervioso central, la estimulación lingüística y la libre expresión, así como con el desarrollo físico y psicológico en general. Al estimular la creatividad y aprovechar la sensibilidad infantil frente al aprendizaje, estos juegos proporcionan la oportunidad para fomentar las habilidades comunicativas de una manera entretenida y alineada con los objetivos trazados para cada edad. La plasticidad cerebral de los niños durante los primeros siete años de vida permite generar una mayor cantidad de conexiones neuronales.
Los juegos de psicomotricidad ofrecen numerosos beneficios, entre ellos:
aprender a andar, correr, saltar, entre otros, con autonomía y experticia
controlar el cuerpo en todo nivel de movimiento, sea fino o grueso
interactuar con el entorno de manera efectiva
reafirmar las capacidades individuales
formar grupos positivos y seguros
mejorar la memoria y la atención
tomar consciencia del cuerpo, sus límites y posibilidades
mejorar la capacidad del lenguaje verbal
A continuación, se presentan ocho ejemplos de juegos psicomotores:
Se dibujan formas o letras con cinta adhesiva en el suelo. Los niños siguen estas líneas, saltando, caminando o gateando. Este juego contribuye al desarrollo del sentido del espacio y la coordinación motora.
Se utilizan pelotas suaves o globos. Los niños lanzan y atrapan el objeto, lo que mejora su motricidad gruesa y coordinación ojo-mano.
Se proporciona a los niños papel grande y crayones. Se les pide que dibujen su casa, su familia o su animal favorito. Este juego fomenta el desarrollo de la psicomotricidad fina y la creatividad.
Se crea un pequeño laberinto con cajas de cartón o cojines. Los niños deben encontrar la salida, lo que estimula el desarrollo de sus habilidades cognitivas y su capacidad para resolver problemas.
Se proporcionan a los niños bloques de construcción y se les pide que construyan una torre, un puente o una ciudad. Este juego contribuye al desarrollo de la motricidad fina y la capacidad para planificar y ejecutar tareas.
Se organiza un pequeño teatro de marionetas. Los niños pueden hacer sus propias marionetas y luego actuar en una historia. Este juego fomenta el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, así como la capacidad para entender y expresar emociones.
Se pone música y se anima a los niños a moverse al ritmo. Pueden saltar, girar, bailar o moverse como diferentes animales. Este juego contribuye al desarrollo de la coordinación motora y la capacidad para seguir ritmos y patrones.
Se lee una historia a los niños y luego se les pide que la recreen con sus propios juguetes. Este juego fomenta el desarrollo de habilidades lingüísticas y la capacidad para expresar ideas y emociones de manera verbal, además de poder realizar escenas con movimientos.
Estos juegos, diseñados para niños de hasta 7 años, son solo algunos ejemplos de cómo la psicomotricidad puede integrarse en actividades lúdicas y creativas.
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