En el ámbito de las inversiones, comprender las implicancias de la volatilidad financiera es crucial para ejecutar acciones específicas en torno al bien o activo de interés. Entender, por tanto, sus niveles, sus tipos, los factores que la condicionan y cómo calcularla son útiles para más y mejores medidas financieras. En lo que sigue, esto se desarrolla en profundidad.
La volatilidad financiera se entiende como un parámetro que da cuenta de la variabilidad o la inestabilidad en los precios durante un periodo específico de tiempo. En cuanto medición y cifra, esta puede calcularse a través de la desviación típica de los rendimientos, la cual ilustra el cambio del precio en relación con momentos anteriores, es decir, los datos históricos.
Permite comprender, en este sentido, la velocidad con la que un activo puede variar en su precio frente a otros activos de la misma naturaleza o tipo. De esto puede desprenderse también que la volatilidad financiera atiende a indicadores de rentabilidad, valor de acciones y activos financieros. Conocer el comportamiento de un activo permite calificar, asimismo, el riesgo que podría sufrir una inversión.
La volatilidad financiera puede clasificarse en varias categorías, dependiendo de su intensidad y origen. Estos tipos y niveles se presentan a continuación.
Para comprender la ocurrencia de la volatilidad, es necesario conocer que esta puede surgir como resultado de uno o varios factores. Estos son de diverso tipo y tienen un impacto diferente en la volatilidad, ya que sus características definen cómo influyen en los precios de los activos.
La volatilidad financiera puede aumentar cuando hay un desequilibrio entre la oferta y la demanda de un activo. Por ejemplo, si la demanda de un activo supera a la oferta, el precio del activo puede aumentar rápidamente, lo que puede resultar en una alta volatilidad. Esto puede deberse a que los vendedores no pueden, por ejemplo, satisfacer la demanda, por lo que se ven en la necesidad de incrementar el precio.
Los eventos geopolíticos y los desastres naturales pueden tener un impacto significativo en la volatilidad financiera. Por ejemplo, un conflicto político puede generar incertidumbre en los mercados, lo que puede aumentar la volatilidad. Del mismo modo, un desastre natural puede interrumpir la producción o la distribución, así como limitar la disponibilidad de un producto, lo que puede resultar en la subido de precios de manera muy rápida.
A esto se le conoce como estacionalidad, puesto que durante determinados momentos del año puede incrementar la oferta y la demanda de determinados bienes o productos. En ocasiones, esto está relacionado con bienes cuya aplicación es práctica, como en el verano o el invierno.
Las actividades de compra y venta de activos también pueden influir en la volatilidad financiera. Por ejemplo, si un gran número de inversores decide vender un activo al mismo tiempo, esto puede resultar en una caída repentina del precio del activo y aumentar la volatilidad. Aquí participan los inversores denominados traders. La actividad, por su parte, se conoce como trading.
La volatilidad financiera se calcula generalmente utilizando la desviación típica o estándar de los rendimientos de un activo. Esta mide la dispersión de los rendimientos en torno a su media, donde el resultado siempre igual o mayor a cero. Si el resultado supera esta cifra, la volatilidad será mayor. Esta desviación se opera a través de la raíz cuadrada de la varianza, es decir, de la media de los cuadrados de las desviaciones.
Un valor de desviación estándar alto indica una alta volatilidad, mientras que un valor bajo indica una baja volatilidad. El cero como resultado indica volatilidad nula.
Además, existen modelos matemáticos más avanzados, como la volatilidad estocástica y la volatilidad determinista, que también se utilizan para calcular la volatilidad financiera.
Pueden utilizarse diversas herramientas para realizar este cálculo, como Excel que aporta la fórmula STDEV.S.
La volatilidad financiera es un factor crucial a considerar al invertir en fondos de inversión. Los fondos que invierten en activos con alta volatilidad, como la renta variable, pueden ofrecer altos rendimientos, pero también presentan un mayor riesgo de pérdida.
Por otro lado, los fondos que invierten en activos con baja volatilidad, como la renta fija, pueden ofrecer rendimientos más estables, pero con un potencial de ganancia más bajo.
Por lo tanto, es esencial que los inversores comprendan la volatilidad de los fondos de inversión y cómo esta puede afectar su cartera de inversiones.
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